PROCESO CERÁMICA EN “BOÓS” SORIA

Alfarero, LORENZO ALMAZÁN RANSANZ.

En primer lugar, a las afueras de pueblo de Boós, en un terreno que Lorenzo lo llamaba “El Terrero”, allí se cogía la arcilla y su proceso para la cerámica era el siguiente:

Se quitaba la primera capa, que al estar lavada por el aire y la lluvia no era buena, se cogía la segunda capa, se extendía y durante dos o tres días se secaba, luego se transportaba en caballerías hasta el pueblo y allí empezaba el segundo proceso.

Lorenzo tenía tres recipientes, llamados por el “balsas”. La primera, la llenaba de agua y echaba la tierra de arcilla bien seca, así la tenía en remojo durante una noche. Por la mañana la removía y la arcilla se deshacía y se separaba de la arena y las piedras, luego ponía un filtro y la colaba.

En la segunda balsa se quedaba la arena y en la tercera balsa se quedaba la arcilla limpia y muy fina. Esta operación se hacía tres veces hasta llenar la tercera balsa, por supuesto en la primera de ellas después de hacer las tres coladas allí quedaba todas las piedras y terrones no deshechos.

Cuando el barro empezaba a agrietarse era la señal de que se podía cortar y sacar en pastillas.

La siguiente operación era amasarlo y ya Lorenzo empezaba a trabajar en las ruedas que eran dos, una con pedal para piezas pequeñas y la otra se utilizaba para cantaros y vasijas grandes, las dos ruedas eran manuales.

Según se iban haciendo se dejaba secar, en principio a la sombra, y luego se ponían al sol hasta que estaban bien secas.

Después de todo esto el siguiente proceso era cocerlos, y esto se hacía en un horno de leña. Dicho horno tenía una capacidad de unas cuatrocientas piezas más o menos. El horno fue hecho por Lorenzo y sus hijos y su funcionamiento era el siguiente.

Cuando las piezas estaban bien secas se metían en el horno, colocadas de manera que al coger el horno las altas temperaturas deseadas no se rompieran, Lorenzo colocaba unos tubos para subir en altura y seguir colocando siguientes capas de piezas, así hasta llenarlo, después ponía una capa de cascotes de piezas rotas y así tapaba la parte superior quedando listo para encender el horno.

El horno se alimentaba con leña durante cinco horas. Esta leña solía ser una planta criada por estas tierras de Soria llamada Estepa.

Una vez terminadas las cinco horas de atizar el horno se tapaba la boca por donde ser metía la leña, con el fin de que no pudiera circular nada de aire pues si se filtrase un poco de corriente se romperían las piezas que se están cociendo. Terminada esta operación el horno tenía que estar tres o cuatros días sin empezar a sacar ninguna pieza, pues dichas piezas antes de abrir el horno tenían que estar frías porque sino se romperían.

Después de estos días se sacaban las piezas de cerámica de Boós, por cierto, una cerámica muy fina debido a la gran calidad de la arcilla de estos parajes.

La cerámica se instaló en Boós en los años Veinte por PEDRO ALMAZÁN REMARTINEZ  y la continuó su hijo LORENZO ALMAZÁN RANSANZ, hasta finales de los años Cincuenta.

En la siguiente imagen se pueden ver piezas que se conservan de Lorenzo.

Escrito por Florencio Almazán De Diego.